miércoles, 13 de junio de 2012


Bienvenidos a nuestro taller de Huerto Escolar!!!!

Al inicio de curso, Andrea Gómez, profesora de Pedagogía Terapéutica, nos propuso hacer este taller y a todos nos pareció una buena idea. Antes de empezar a contaros de manera general en qué ha consistido nuestra práctica, queremos agradecer a Águeda Nebot, profesora responsable del PQPI de Jardinería de nuestro centro, la cesión de las parcelas y el hecho de procurarnos las herramientas necesarias para trabajar la tierra. Sin su colaboración, hubiese sido misión imposible. Gracias, Águeda!!!!! De igual modo, queremos dar las gracias a sus alumnos, su colaboración puntual en tareas que por cuestión de tiempo (nuestro taller tenía una duración de una hora semanal) hubiese prolongado de manera desmesurada la realización de determinadas actividades. Muchas gracias, chic@s!!!!

Empezamos nuestra narración.

La primera tarea consistió en desbrozar la parcela adjudicada. Esta actividad nos llevó bastante tiempo puesto que la tierra no había sido trabajada nunca: malas hierbas de tamaño considerable y tierra muy compacta que no dejaban realizar trabajo alguno. Las azadas junto con nuestra fuerza tanto física, como de voluntad fueron los pilares fundamentales para empezar el Taller.


Una vez, arrancadas las malas hierbas, las recogíamos con el rastrillo y las depositábamos en la carretilla para llevarlas a su lugar de compostaje.



Como horticultores novatos, el uso y manejo de las herramientas, nos llevó su tiempo. La colaboración e indicaciones oportunas han hecho posible que estemos completamente familiarizados con el manejo de azada, rastrillo, palas,... Como dice el refranero español: “la práctica hace al maestro”.

Han sido varios los “habitantes” que hemos ido descubriendo a medida que limpiábamos la parcela. Os mostramos foto del primero que encontramos y que tanto nos llamó la atención.



¿Sabríais decirnos qué es? y ¿cuál es su función?.

La profesora de Pedagogía Terapéutica, nos fue dando las indicaciones necesarias para que pudiésemos deducir por nosotros mismos por qué son tan beneficiosas para la tierra la existencia de las lombrices. Es un animal que se alimenta de basura y desechos que provienen de otros seres vivos presente en los suelos. Es muy voraz, llegando a comer hasta el 90 % de su propio peso por día. De esta ingesta, excreta entre el 50 y 60 % convertido en un nutriente natural de altísima calidad, conocido como humus de lombriz y que tanto favorece el crecimiento de las plantas. Además, durante el día permanecen bajo tierra, manteniéndose por lo general próximas a las superficies y son capaces de cavar hasta una profundidad de 2 metros. Para ser un animal tan pequeño, por sus características, se convierte en un ser vital para la salud del suelo ya que transporta nutrientes y minerales hasta la superficie mediante sus deshechos y los túneles que excava oxigenan la tierra. Como os podréis imaginar, después de saber todo lo que hace y aporta, la dejamos tranquila para que pudiese seguir con sus labores y nosotros con las nuestras.

Una vez la parcela quedó limpia, acotamos un espacio mediante piedras que habíamos encontrado al desbrozar y mover la tierra con las azadas. Se acercaba el mes de diciembre y había que plantar bulbos de diferentes flores. Para ello, hicimos una guía atando un hilo a dos palos que marcaban la línea a seguir en la plantación de bulbos. Hacíamos un agujero con la azada cada dos palmos y echábamos un poco de sustrato donde colocábamos el bulbo, antes de cubrirlo con la tierra. Después sólo nos faltó regarlos y esperar a la primavera. Os lo mostramos mediante imágenes.







                                



Otra de nuestras actividades consistió en plantar ajos. Nunca nos habíamos imaginado que de un diente de ajo se pudiese formar una cabeza. Para ello, pusimos de nuevo una guía (dos palos con hilo) para saber que esa era la línea que marcaba por donde echar el sustrato. En esta práctica, la técnica fue diferente, no se trató de hacer un hoyo en el suelo con la azada sino que cogimos las palas para empezar a hacer una montaña que serviría para introducir los dientes de ajos en su interior. Hicimos surcos en ambos lados de cada montaña. Ello nos indicó el lugar de riego ya que los ajos no pueden regarse directamente. Aquí nos tenéis en plena faena. Si os fijáis, veréis que ya habían empezado a brotar los ajos. Todavía seguimos cuidándolos, hace mucho calor y hay que seguir regándolos.




Además de dedicarnos al cultivo, también hicimos de jardineros. Nuestra parcela está delimitada por dos cipreses. Nos dimos cuenta que en la base del tronco del árbol, habían muchas hierbas que dificultaban que las raíces del árbol, se beneficiaran por completo de las pocas lluvias que nos han acompañado este año. Así que las arrancamos, con la azada hicimos un surco rodeando el ciprés y lo delimitamos con piedras. El árbol quedó adecentado y la parcela arreglada. Aquí tenéis un compañero haciendo la faena.



Cuando finalizamos el trabajo en esta parcela, solicitamos otra. Como no estaba trabajada, volvimos a pasar sesiones desbrozando y moviendo la tierra. A la par, los bulbos que habíamos plantado en invierno, empezaban a florecer y seguíamos manteniendo la “cosecha” de ajos. ¿A qué está bonito?


Bulbos en crecimiento.



Cuidado plantación ajos.

La nueva parcela requería los mismos cuidados iniciales que nuestra primera parcela: desbrozar, mover la tierra y retirar todas aquellas piedras que después dificulten el cultivo. A continuación, os lo mostramos mediante imágenes.



Una vez estuvo trabajada la parcela, decidimos dividirla en cuatro zonas, delimitadas por piedras y destinar cada una de ellas para un tipo de cultivo pero eso será faena para el próximo año. 


¿Queréis saber como continuará nuestro trabajo? Si es así, os esperamos!!!!!

Noèlia, Víctor, Aleix, Saray, Éric, Laura y Yeray.
Taller de Ecología.
Aula de Pedagogía Terapéutica.
IES Bovalar.








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